Un enemigo llamado superficialidad

abril 04, 2009 1 Comments

Hace unos días me encontraba impartiendo clases con un grupo de alumnos con los que trabajo regularmente. Les mostré la siguiente posición.



Juegan las blancas. Les pedí que valoraran esa posición. Inmediatamente un joven alumno me comentó que prefería la posición del blanco. No habían pasado ni 10 segundos. Protesté rápidamente. No se trataba de si llevaba razón o no, sino que la posición no es nada sencilla como para alcanzar un veredicto en tan poco tiempo.

- En realidad creo que me gustaría jugar esta posición tanto con blancas como con negras - agregó pronto, por lo que me dí cuenta que no estaba decidido a profundizar un poco en la posición.

En este artículo no es importante, en realidad, si las blancas están mejor o peor, sino el daño que puede hacerle al jugador el llegar a conclusiones con excesiva rapidez.

Entonces recordé una anécdota que me contó hace tiempo un amigo ajedrecista. Durante un torneo de partidas rápidas, entre ronda y ronda, unos aficionados analizaban una partida bastante complicada. En una de las variantes que miraban llegaron a una endemoniada posición.

- ¡Las blancas están ganando! - gritó inmediatamente uno de ellos.
- ¡No! ¡Están perdidas! - respondió otro.
- ¡No! Ganan las blancas... - anadía otro.

En ese momento pasaba el G.M. Daniel Cámpora junto al tablero y uno de ellos le pidió su opinión.

- Las blancas están mucho mejor, ¿verdad maestro?

- Son las negras las que tienen ventaja, ¿verdad? - inquirió otro.

Cámpora, caballero siempre dentro y fuera del tablero, atendió la pregunta de los aficionados. Quedó absorto en la posición un buen rato, mientras todos esperaban en silencio el veredicto magistral.

Cuando hubo pasado un buen rato el maestro miró al grupo que esperaba impaciente la respuesta. Con gesto de resignación, Cámpora se encogió de hombros y dijo:

- ¡Qué sé yo...!

Espero que no sea necesario explicar la moraleja.

Luison

Entrenador de ajedrez y director de Capakhine, la revista de ajedrez para los niños y sus padres.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente lección. Un saludo de un visitante habitual.

Juan Miguel González