Ajedrez especulativo
En algunas sesiones de entrenamiento con uno de mis alumnos, analizando sus partidas, me tropiezo con una explicación por su parte acerca de algunas jugadas que no me contenta en absoluto. “Hice esta jugada porque imaginaba que no iba a ver esta amenaza…”
El ajedrez es la búsqueda de la mejor jugada en cada turno de juego. Suponer que nuestro rival no va a encontrar soluciones que existen, es decir, confiar en el error del rival, no forma parte de una buena estrategia.
Nuestra obligación es hallar el mejor camino en la partida, independientemente de contra quien nos enfrentamos. Sí es cierto que los jugadores que poseen un amplio repertorio de aperturas pueden elegir entre varias posibilidades, al inicio de la partida, dependiendo del rival al que se enfrenten, tratando de llevar la partida hacia un tipo de posición que sabemos que no es del agrado de nuestro contrincante. También puede ser que en una situación en la que tenemos dos posibilidades igual de buenas, nos decantemos por la más complicada si nuestro rival, por ejemplo, está apurado de tiempo.
Pero en condiciones normales nuestra lucha es contra la posición enemiga, no contra la persona que tenemos enfrente, por lo que las especulaciones que hagamos teniendo en cuenta su elo, su experiencia, su edad, etc, estarán de más.
Cuando el alumno del que os hablaba al inicio me explica que hace diferentes jugadas dependiendo de la fuerza que supone a su rival, trato de hacerle ver que no debe luchar contra su rival. Debe luchar contra sí mismo.
El ajedrez es la búsqueda de la mejor jugada en cada turno de juego. Suponer que nuestro rival no va a encontrar soluciones que existen, es decir, confiar en el error del rival, no forma parte de una buena estrategia.
Nuestra obligación es hallar el mejor camino en la partida, independientemente de contra quien nos enfrentamos. Sí es cierto que los jugadores que poseen un amplio repertorio de aperturas pueden elegir entre varias posibilidades, al inicio de la partida, dependiendo del rival al que se enfrenten, tratando de llevar la partida hacia un tipo de posición que sabemos que no es del agrado de nuestro contrincante. También puede ser que en una situación en la que tenemos dos posibilidades igual de buenas, nos decantemos por la más complicada si nuestro rival, por ejemplo, está apurado de tiempo.
Pero en condiciones normales nuestra lucha es contra la posición enemiga, no contra la persona que tenemos enfrente, por lo que las especulaciones que hagamos teniendo en cuenta su elo, su experiencia, su edad, etc, estarán de más.
Cuando el alumno del que os hablaba al inicio me explica que hace diferentes jugadas dependiendo de la fuerza que supone a su rival, trato de hacerle ver que no debe luchar contra su rival. Debe luchar contra sí mismo.
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