Buscando excusas
La derrota en ajedrez es especialmente dura por dos razones: es una lucha individual y una competición mental. Cualquier futbolista puede sentirse mal cuando acaba el partido y su equipo sale derrotado, pero también es cierto que el posible sentimiento de culpabilidad se reparte entre todos los jugadores. No así en ajedrez, donde uno es el único culpable de la derrota.
Además creo que existe cierta predisposición a aceptar la derrota física con más facilidad que la derrota mental. Quiero decir que parece más fácil reconocer que otra persona corre más, salta más alto o tiene mayor fuerza, que admitir que es más inteligente o que usa mejor su mente.
Sin embargo la aceptación de la derrota en ajedrez, en las dos vertientes que acabo de exponer, supone un gran paso hacia la madurez y el crecimiento personal. Esto creo que es de especial valor en niños y jóvenes que se están formando ahora, y que pueden encontrar en esto uno más de los muchos valores y aportes que nuestro noble juego trae consigo.
No obstante, con frecuencia encuentro muchos jugadores de diferentes edades que siempre parecen encontrar una razón para la derrota que no es la sencilla: "he sido superado por mi rival". Estoy cansado de escuchar frases del tipo: "había demasiado ruido en la sala y no me podía concentrar...", "con ese calor no se podía jugar al ajedrez...", "mi rival no paraba de gesticular y eso me molestaba mucho..." o "tengo demasiados problemas en la cabeza para calcular dos jugadas seguidas...". Tristemente creo que en algún momento de mi vida he usado una u otra de estas frases y, si no, alguna otra parecida.
Hace poco uno de mis alumnos me explicaba que no había podido preparar la partida de la tarde, porque no había llevado el ordenador al lugar de juego y que, por tanto, no pudo repasar la apertura que siempre juega el que era su rival, que se acabó imponiendo. Yo, que en alguna otra ocasión le he escuchado "justificar" la derrota por razones extraajedrecísticas, le expliqué: "Te voy a decir algo que no te va a gustar. Es un consejo que, seguramente, no es agradable de escuchar, pero que creo que te va a ayudar: No busques excusas ante la derrota. Cuando pierdes una partida has perdido. Y punto." Él asintió y yo me sentí satisfecho leyendo el entendimiento en sus ojos.
A veces son los propios padres los que buscan excusas. "Hijo mío, no te preocupes, ese niño era un tramposo...", "llevas toda la semana estudiando para los exámenes y ahora estás muy cansado...", o alguna frase parecida puede ser habitual tras la partida perdida del vástago.
Admitir la derrota sin excusas ni complejos sólo es un paso más en el camino. Allí nos vemos, espero.
10 comentarios:
orale!! pense que solo a los mexicanos les ocurria eso. excelente entrada! saludos!
muchas veces las excusas son infundadas y otras veces mas que justificadas...no se de quien hablas pero hay adultos y niños que puede dolerle la cabeza, estar mal fisicamente, estar solo y por tanto mas debil moralmente....miles de cosas, porque gracias a dios las personas no somos máquinas y muchas veces no son excusas sino circunstancias que se dan en un torneo....Luis muchas veces generalizas y eso no es bueno....
Hola Luis,
Luego de jugar un torneo muy bueno donde gané 60 puntos de ranking, inmediatamente después jugué otro torneo donde era el primer elo, pero solamente hice 2 puntos de 6 posibles, y perdi 42 puntos elo...
La frustracion y el enojo fueron MUY FUERTES, al punto de pensar muy seriamente en dejar de jugar. Pero ya meditando con cabeza fría, reconozco que mi preparacion para ese segundo torneo fue muy pobre, pues sinceramente me confié por haber jugado contra jugadores de menos elo... y además, mi regimen de vida en ese segundo torneo dejó mucho que desear, durmiendo unas 5 o 6 horas antes del dia de las partidas, acostandome tardisimo diz que preparando la apertura, pero en verdad lo hice muy superficialmente...
Siento que mi "debacle" no fue por falta de capacidad ajedrecistica, pues tuve posiciones ventajosas y hasta ganadoras en todas las partidas. Sí fue más por una pobre actitud deportiva, pues creí que con solo sentarme ya tenia el punto asegurado, y por una negligencia y pereza mental en el calculo de variantes, confiando en exceso en mi intuicion...
Durisima derrota que me obliga a repensar mi quehacer ajedrecísitico, y luego de sacarme toda la cólera que llevo dentro, deberé trabajar DURO y CON ORDEN para revertir este trago amargo lo más pronto posible.
Tu excelente artículo cayó como anillo al dedo en este proceso de auticrítica y hasta de "duelo", si se quiere, pues perder tanto eslo en un sólo torneo no deja de ser doloroso, verdad?
Saludos!!
Antonio, no hablo de nadie en concreto. El problema es cuando siempre que se pierde una partida se buscan razones que se alejan de la aceptación deportiva de la derrota. No digo que todo el mundo lo haga (lo que sería generalizar) ni que siempre que alguien comenta que ha habido algún detalle extraajedrecístico que le ha perjudicado en la partida, no lleve razón (lo cual también sería generalizar).
De hecho creo que lanzo un "mea culpa" cuando reconozco que yo mismo en más de una ocasión he usado frases parecidas a las que expongo.
Somos humanos y a veces nos cuesta reconocer que, sencillamente, hemos sido superados.
De los comentarios anteriores y de mi propia experiencia colijo que si permitimos que las excusas impidan el cambio, no sólo dejamos de mejorar, sino que retrocedemos y nos volvemos más proclives a la comodidad.
Luis, con precisión te refieres a la excusa como razón que nos aleja "de la aceptación deportiva de la derrota". En los papeles de organizador o de árbitro o en cualquier otro, ocurre lo mismo.
Lo dices muy bien. Otras veces, hay que reconocerlo, el mérito del punto o del medio punto perdido está fundado en una conducta escasamente ética del rival. Y más...
Y también está la actitud en las antípodas de la excusa. Pondré sólo dos ejemplos especialmente emocionantes para mí, presenciados como árbitro. Uno fue la actitud del GM Enrique Rodríguez en una partida: observa que a su rival le resta un segundo en una posición que a su juicio debe estar absolutamente equilibrada... ¡y ofrece tablas! A él le sobraba tiempo.
El otro ejemplo, muy emocionante, fue aquella partida maravillosa entre Julian Hodgson y Juan Carlos Rodríguez Talavera. Comenzó a las 4 de la tarde, si no recuerdo mal, y continuó hasta las 6.30 de la mañana, tras un breve paréntesis para la cena. Duró trece horas, aproximadamente. Fantástica. No sentí fastidio, ni aburrimiento, ni cansancio. Todo lo contrario. Julian atacaba sin descanso y Juan Carlos se defendía con éxito. Los lances se sucedían, uno tras otro. No he visto un caso igual de combatividad y de complicidad deportiva. Valga por esta vez la de la "complicidad" pero el deporte necesita la colaboración leal del oponente...
Con frecuencia Juan Carlos o Julian sonreían o soltaban una franca carcajada, cada vez que se superaba un peligro. Se alegraban por la jugada ajena que inteligentemente volvía a plantear un peligro o por la jugada que diestramente apartaba el peligro. Firmaron las tablas y se fueron como amigos, con el brazo por encima del hombro.
Luis, voy a exponer otro punto de vista.
Creo que el ser humano cuando cae derrotado ante algo o alguien no debe reconocer su inferioridad, porque creo que no es bueno para la autoestima reconocer que uno es inferio a otro. No tiene capacidad.
Creo que lo adecuado es analizar la situacion para producir un avance positivo.
Es decir analizar porque se ha perdido, pero ese analisis se debe basar en variables controlables, es decir, aquellas que podemos modificar positivamente.
Ejemplo: Un jugador pierde y establece una respuesta, he perdido por mala suerte, o por que mi jugador es superior, estas respuestas son incontrolables, es decir no puedes hacer nada para mejorar, y además son negativas para tu autoestima, soy inferior, o voy a tener mala suerte.
Lo adecuado es reformular esos comportamientos en actitudes que puedan llevar a un aprendizaje.
Es decir he perdido , por que , en que he perdido; en la apertura, en el medio juego, en el final,
De esta manera estudiaré la partida y aprenderé lo que he fallado para la próxima vez.
Por eso, yo creo, que es importante el analisis de las partidas.
Además cierto entrenador me dijo con razón "que se aprende más de una partida perdida que de 50 ganadas"
Juan Zapata
Hace tiempo vi un reportaje de la BBC sobre Zsuzsa Polgar. En él se contaba cómo el padre de Zsusza la llevó por primera vez al club de Ajedrez de Budapest siendo aún una niña pequeña para comprobar si era capaz de enfrentarse a jugadores mayores y...masculinos. Una tras otra, ganó todas las partidas que disputó con los allí presentes. Todos los derrotados pusieron alguna excusa: cansancio, dolor de cabeza, haber dormido mal...
Zsuzsa, comentando esta anécdota, dijo una frase que se me quedó grabada: "Desde aquel día, jamás he ganado a un hombre que no estuviese enfermo".
Más de una vez le recuerdo esta historia a mi hija.
gracias desde brasil, muy buen blog!
Me pareció excelente la Nota. Solamente quiero agregar que cambiaría la palabra "culpa" por "responsabilidad", para no sumarle un matiz religioso que no viene al caso.
Por otro lado, a tu directa y llana explicación sobre la asunción responsable de una derrota le agregaría un extra: que no haya justificaciones no significa que no existan Causas, verdad?
Todas las derrotas tienen una Causa identificable: comienza en la psiquis del Jugador, continúa en sus emociones y se desencadena en lo físico, a través de los síntomas que conocemos.
Regalar un peón o ceder una posición es el último eslabón de una serie de sucesos.
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